A finales de octubre y principios de noviembre, muchas culturas del mundo celebran tradiciones relacionadas con la muerte, el recuerdo de los seres queridos y el cambio de estación.

Aunque el origen sea común, cada país ha desarrollado costumbres distintas. Pero ya sea con calabazas, flores o altares llenos de color, todas estas tradiciones tienen como objetivo recordar a los que ya no están y celebrar la vida desde diferentes miradas.

La coincidencia de tantas tradiciones relacionadas con la muerte en esos días de transición entre el final de octubre y el inicio de noviembre no es casual, sino el resultado de un proceso histórico de sincretismo entre tradiciones paganas, indígenas y cristianas. En este artículo vamos a ver cómo han ido evolucionando las diversas costumbres de culto a los muertos hasta las festividades actuales.

Samhain, la celebración celta que originó Halloween

En Europa, el otoño es época de transición, oscuridad, cosechas y muerte simbólica de la naturaleza. Los antiguos celtas dividían el año en dos mitades: la luminosa y la oscura. En torno al 1 de noviembre celebraban el Samhain (pronunciado “sáuin”) para marcar el final de la temporada luminosa y el inicio de la mitad más oscura del año.

Ellos creían que en estos días tan especiales el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se volvía más fino, permitiendo a los muertos regresar temporalmente al mundo de los vivos. Por eso se disfrazaban de fantasmas, para poder confundirse entre los demás espectros. Esta festividad dio origen a lo que hoy conocemos como Halloween, que se celebra en la noche del 31 de octubre.

Las raíces celtas del Samhain que celebraban los celtas en lugares como Irlanda, están muy difuminadas en el Halloween actual. A lo largo de los siglos se han ido entremezclando con otras tradiciones muy diversas, y el Halloween que conocemos hoy en día está sobre todo asociado a los Estados Unidos.

Aunque sus elementos más icónicos ya se han exportado a muchos otros lugares del mundo, y hoy en día también es típico ver en cualquier noche de Halloween europea:

• Calabazas talladas con velas dentro (“jack-o’-lanterns”)
• Niños disfrazados pidiendo caramelos con el famoso “truco o trato” (“trick or treat”)
• Decoraciones de terror: esqueletos, brujas, vampiros…
• Fiestas temáticas y maratones de películas de miedo

En España, Halloween ha ido ganando popularidad en los últimos años, sobre todo entre los niños, pero no es una fiesta tradicional. Las escuelas y tiendas decoran con calabazas y telarañas, pero sobre todo las personas de más edad aún prefieren las tradiciones propias del calendario español.

Adaptación cristiana: Todos los Santos y Fieles Difuntos

La Iglesia católica, al expandirse por Europa, aprovechó algunas festividades paganas ya existentes y las absorbió en el calendario cristiano para facilitar la conversión de los “paganos”. La antigua fiesta celta del final de la cosecha fue una de ellas. Así, en el siglo VIII, el papa Gregorio III estableció el 1 de noviembre como Día de Todos los Santos para honrar a todos los mártires y santos cristianos.

Posteriormente, se añadió el 2 de noviembre como Día de los Fieles Difuntos, dedicado a rezar por las almas del purgatorio. Esta doble celebración cristianizó el antiguo calendario celta.

Un fin de semana largo: el “puente” de Difuntos

Al igual que en muchos otros países de tradición católica, en España, la festividad principal es el 1 de noviembre: el Día de Todos los Santos, una tradición cristiana que honra tanto a santos conocidos como anónimos. Esto también cobra su significado dentro de la tradición hispana de “felicitar el santo”. Si tienes un nombre que no aparece en el santoral católico, el 1 de noviembre será oficialmente el día de tu “santo”.

Al día siguiente, el 2 de noviembre, se celebra el Día de los Fieles Difuntos o “Día de Difuntos” para abreviar. Este día está especialmente dedicado específicamente a los familiares fallecidos, pero dentro de un marco cristiano.
Lo más habitual en España es visitar el cementerio para limpiar las tumbas y llevar flores, especialmente crisantemos o ramos de claveles.

El día 1 de noviembre es festivo nacional, y cuando cae en martes o en jueves, el lunes o el viernes también se vuelven festivos. En estos casos la festividad se convierte en el clásico “Puente de Difuntos”, también llamado Puente Todos los Santos: un fin de semana largo que dura cuatro días.

Actividades típicas del “Puente” de Difuntos

Durante el “puente”, y sobre todo el Día de Difuntos (2 de noviembre) suelen hacerse visitas a la familia y organizarse comidas familiares, como en cualquier otro festivo. Algunos dulces típicos de estos días son:

• Huesos de santo, unos rollitos de mazapán que imitan la forma de los “huesos”.
• Panellets, especialmente en Cataluña y Baleares. Los más típicos son de mazapán recubiertos de piñones, pero también los hay de coco, almendra, café, limón o chocolate.
• Buñuelos de viento. Son pequeñas bolas de masa frita huecas por dentro (parecidas a profiteroles), que se rellenan de crema pastelera, nata, trufa o incluso cabello de ángel.

Otra costumbre típica del Día de Difuntos es ver la obra de teatro “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla. Muchos teatros la tienen en cartelera durante los días del “puente de Todos los Santos” y también suele aparecer en la programación de la televisión alguna versión en forma de película.

El Día de los Muertos en México: color, alegría y tradición

En México, el Día de los Muertos es una de las tradiciones más representativas de la cultura mexicana, y cada vez cobra mayor reconocimiento en todo el mundo. Ya ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Siguiendo la tradición cristiana que ya hemos comentado más arriba, el día 1 de noviembre también es en México el día de Todos los Santos, mientras que el día 2 es el Día de los Muertos (sinónimo de “difuntos”).

¿Qué hace tan especial el Día de los Muertos en México?

 Aunque este día también está centrado en recordar a quienes ya no están con nosotros, la celebración mexicana es muy diferente a la visión triste o sombría de la muerte en otras culturas.

El Día de los Muertos en México tiene una fuerte raíz prehispánica, especialmente relacionada con algunas culturas indígenas americanas, sobre todo la de los aztecas o mexicas. Aunque la festividad actual incorpora elementos cristianos introducidos por los colonizadores españoles, su esencia proviene de rituales antiguos que honraban a los muertos.

Los mexicas (aztecas) celebraban rituales dedicados a la muerte y alrenacimiento. Tenían varios dioses relacionados con la muerte, como Mictecacíhuatl, la “Señora de los Muertos” (hoy representada por La Catrina).

En su calendario, las festividades dedicadas a la muerte y al culto a los antepasados eran en otras fechas del año. Con la evangelización, los misioneros hicieron coincidir las costumbres indígenas con el calendario cristiano y trasladaron estas celebraciones a los días 1 y 2 de noviembre.

En la tradición mexicana, la muerte no es el final, sino una parte más del ciclo de la vida. Por eso se celebra con alegría el reencuentro simbólico con los seres queridos fallecidos.

Elementos típicos del Día de Muertos

Muchos de los elementos principales que hacen único el Día de los Muertos provienen de la fusión con la antigua cultura azteca:

• Altares y ofrendas: antes eran rituales de bienvenida a los muertos. Hoy en día se decoran con fotos, comida, velas, flores y objetos que le gustaban al difunto.
• Calaveras de azúcar de colores: originalmente eran cráneos reales usados como trofeos; hoy en día son dulces llamativos y especiales de esa época.
• La flor tradicional: el cempasúchil o flor de los muertos, cuyo olor se dice que guiaba a los difuntos.
• El pan de muerto, aunque es de origen colonial, tiene simbolismo prehispánico en su forma y decoración.

Fiesta en el cementerio

Sí, has leído bien: en la noche del 1 al 2 de noviembre los cementerios de México se llenan de música, color, risas y dulces. Muchas familias mexicanas acuden al cementerio donde están enterrados sus seres queridos, pero no con tristeza sino con la intención de “convivir” con ellos.

Para ello, limpian y decoran las tumbas con esmero: se colocan velas, flores de cempasúchil, fotografías, papel picado y se arreglan las lápidas como si se preparara una fiesta.

Se llevan comida y bebida típicos como pan de muerto, tamales, mole, mezcal… y sobre todo lo que al difunto le gustaba en vida. También se pone música o incluso puede sonar música en directo. Se canta, se baila y se recuerdan anécdotas de los familiares fallecidos.

¡Si eres de los que creen que pasar la noche en un cementerio no puede ser más que una experiencia traumática y aterradora, definitivamente deberías celebrar el Día de los Muertos en México!